Recuerdo de niño cuando mi padre hacía fotos con su tosca cámara y las revelaba en un cuarto oscuro. Me fascinaba. Quería saber cómo funcionaba y qué podía hacer con ella. Sin embargo, tardé casi dos décadas en explorar el mundo de la luz por mi cuenta. No fue hasta los 20 años cuando empecé a experimentar con cámaras básicas, luces, montajes y composiciones.

Más tarde, cuando me convertí en madre, enseguida me di cuenta de lo importante que es no sólo hacer muchas fotos con la tecnología tan fácil de usar que tenemos, sino captar realmente momentos y expresiones únicos a través de una mirada artística.

Me di cuenta de que la mayoría de los padres toman muchas fotos de sus hijos, sin embargo, rara vez capturamos momentos en los que nosotros como padres estamos dentro de esos recuerdos. Por eso me encanta la fotografía y el arte que la rodea, porque las fotos son más que un simple clic, capturan un momento que se va para siempre.